martes, 28 de octubre de 2008

CARMELA MAURO




EL PARTO DE LA TIERRA

Cierto día, una mujer llamada Tierra quedó embarazada. Esta gestación era delicada y lenta y, debido a eso, debía hacer reposo hasta el mismo momento del alumbramiento, y elegir para este acto la geografía más ancha y alargada de Sudamérica.
El tiempo avanzaba y su vientre crecía y era urgente e intuía que iría a ser mamá de muchos hijos.
Mientras tanto, los familiares habían sido notificados de que ese embarazo ponía en riesgo la vida de la misma embarazada, entonces, precavidos, solicitaron la presencia de los mejores cirujanos, obstetras, neonatólogos y pediatras de todos los continentes.
Así se formó un excelente equipo de profesionales que estaban preparados para atender los inminentes nacimientos.
¡Y por fin llegó el día!
La parturienta sintió los inconfundibles síntomas del parto. Síntomas que se elevaban minuto a minuto para dar lugar a que se distendiera el canal vaginal para facilitar así el paso más esperado de los que amaban la belleza encinta.
Todo parto es doloroso y éste también lo era.
Los facultativos comenzaban a atenderla y le rodeaban el vientre con sus manos blancas, negras amarillas, rojas, cobrizas y de otras tonalidades de piel que componen la mezcla de la raza humana, y empujaban para ayudarla y la eficacia se hacía evidente porque comenzaban a nacer: Solidaridad, Igualdad, Respeto, Hermandad, Trabajo, amor, Educación y Responsabilidad.
Luego de haber pasado la lógica alegría por haber recibido tantos nacimientos, los facultativos se dieron cuenta que la parturienta continuaba con repetidas y largas contracciones, ya que, su color rosado de frescura y lozanía se atenuaba haciendo que la transpiración de su cuerpo fuera tan abundante que decayeron abruptamente sus latidos cardíacos, lo que hizo gritar a todos los presentes: ¡La tierra se nos va!
Con el sopor y la angustia de ese dramático momento, los profesionales la socorrieron tan eficazmente que comprobaron que en el útero había algo más por alumbrar..
Nuevamente unieron sus manos y empujaron. Pujo tras pujo. Pujo y jadeo. Jadeo y pujo, pujo y dolor, dolor y episiotomía y pujo largo, largo, largo, grito y respiración, respiración y llanto, llanto y reposo, reposo y sonrisas, sonrisas y abrazos, abrazos y besos. Quien causó tanto dolor a la tierra ya había nacido y lo llamaron: PAZ.


Carmela Mauro (Italia, 1945). Reside en Villa Bonich (San Martín), Provincia de Buenos Aires, Argentina. Narradora, poeta, pintora autodidacta. Fue integrante de la Comisión Directiva de la Sociedad de Escritores de San Martín (SESAM). Concurrió al Taller Literario de Élido Di Serio (1973).

Distinciones:
• Finalista en el rubro Poesía con el poema “Cardales” y participó en la Antología de la serie “El amor de la poesía argentina” en el Café Tortoni de Capital Federal (Fondo Editorial Bonaerense).
• Participó en el Primer Encuentro de Escritores Jóvenes Éditos e Inéditos, Dirección de Cultura de la Municipalidad de San Martín, 1996.
• Es Miembro Adherente del Fondo Editorial Bonaerense.
• Participó en la Primera Feria-Exposición del Libro Infantil/Juvenil del Distrito de General San Martín “Leemos Juntos”, 2003.

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