miércoles, 7 de octubre de 2009

SILVANA D'ANTONI



OTRO PRINCIPIO
La paloma extendió las alas y se perdió en el cielo. Ellos la esperaron ansiosos, esperanzados, pero pasaron los días, las semanas y no regresó. Desde la cubierta se miraron angustiados, no quedaban más aves en el Arca.
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LA PLAGA
Clara entró en el departamento, encendió la luz y vomitó. No pudo esperar. Su estómago se torció en forma violenta y se contrajo con inestables movimientos gelatinosos. No había alcanzado siquiera a cerrar la puerta cuando más arcadas se hicieron escuchar desde su boca.
Clara intentó apurar el pasó pero su desconcierto se lo impidió. Avanzó horrorizada entre ellos, temiendo pisar la sangre, hasta que logró entrar en la cocina y enseguida llegó otro vómito. Los siete cuerpos estaban allí, tendidos a lo largo del pasillo, con las cabezas deformadas, como si una maza las hubiese aplastado.
Clara comenzó a gritar alocadamente. Gritó hasta que se le partió la garganta. Para entonces, algunos vecinos del edificio se habían asomado a los balcones y otros, más curiosos, estaban agolpados en la entrada. Los alaridos hicieron que el encargado también se acercara al departamento. El hombre pronto disipó a la gente y se quedó a solas con la mujer. Ahora, Clara se movía inestable, perturbada, ansiosa, como un hambriento animal salvaje. Un sabor ácido se había instalado en su boca y ella sintió una extraña dificultad al tragar saliva.
–¿Qué hizo, bestia? ¿Qué hizo? –maldijo al encargado mientras golpeaba con los puños la mesada de mármol.
–Yo... yo... –titubeó el hombre sin entender–. ¡Hice lo que usted me pidió! ¿Acaso no estaba harta de los bichos del edificio? –musitó cabizbajo.
–Cu... cuca... –alcanzó a decir Clara, y cayó desmayada sobre el mosaico frío.
El encargado caminó por el departamento buscando el teléfono y llamó a su mujer.
–Juana, bajame al segundo una bolsa de consorcio. ¡Sí, al segundo! –le dijo en forma quejosa.
Los siete gatos con cabezas aplastadas seguían allí, a sus pies. El hombre los observó en silencio. ¡No se había equivocado!, pensó. ¡No se había equivocado! ¿O tal vez sí?
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SILVANA LAURA D’ANTONI. Nació en 1965 y vive en Hurlingham. Escritora de cuentos de terror y de ficción, así como de cuentos y poesías para niños, ha participado en concursos municipales, nacionales e internacionales. En 2008 recibió el Primer Premio de Poesía Infantil de Editorial Cathedra y el Segundo Premio de Los Poetas del Encuentro de Villa Ballester. En 2009 obtuvo el Premio de Cuento Infantil en Editorial Cathedra y el Tercer Premio de Cuento Corto en la Biblioteca Popular Alberdi de Remedio de Escalada. Finalista en los dos certámenes internacionales de cuento de REVISTA SESAM (2007 y 2008).
Es creadora de varios proyectos: “Contémonos historias”, intercambio vía postal con escuelas carenciadas de Costa Rica que comenzó en 2007; “Leemos aunque haga frío”, para la construcción de una biblioteca en Base La Esperanza en la Antártida Argentina (donación de libros). Logró juntar y donar 349 libros que viajarán a la Escuela Nº 38 de la Antártida a fines del 2009.
Realizó taller de periodismo en el “Centro de Periodistas de Hurlingham”. Estudió guión para radio y televisión, APTRA, 2004. Es coordinadora de talleres literarios para adultos y niños, curso que realizó en la Municipalidad de Tres de Febrero.
Ha participado en lectura de cuentos en FM Oeste 106.9 y en FM 91.7 Radio Caseros, en lectura de cartas en FM Cathedra, en la presentación de la obra “Certamen Argenta de Poesía” de Editorial Argenta en la Feria del Libro (Del Autor al Lector), en la exposición de obras literarias del Diario “El Viajero”, en la columna literaria de la revista “Ciudad de Tesei”, en la maratón de Lectura 2008 y en los talleres de lectura y escritura de la Escuela Municipal 25 de Mayo (Ex Escuela Nº 43) de Hurlingham, en la columna literaria (con cuentos y poesías) de la revista “Ecos de Tesei”.
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viernes, 10 de julio de 2009

JOSÉ LUIS NAJENSON

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¿DÓNDE ESTÁ LA BIBLIOTECA DE BABEL, MAESTRO BORGES?
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No sé si fue en Buenos Aires, Guadalajara, Francfort o Jerusalén, pero en el laberinto borgiano de una Feria me encontré con Borges. Tampoco sé si el "Homero del Sur" se hallaba aún en este mundo sublunar o ya había pasado al Edén, al Hades, o al Walhala, que espiaba en sus cuentos. Pero allí estaba, apoyado en su bastón ritual, alto y ausente, acariciando con su mano libre los lomos de los libros, abriéndolos al azar y pasando sus palmas por las páginas como si poseyera el curioso don de leer con ellas, que alguien le había atribuido.
–Don Jorge Luis –le dije, benditos mis ojos que lo ven.
–Malditos los míos que no pueden hacer otro tanto. ¿Dónde estamos?
–No tengo la menor idea, Maestro, lo único seguro es que nos encontramos dentro de una Feria del Libro. No, no me pregunte cuál, ni cuándo.
–El tiempo es la sombra de Dios sobre la Tierra –musitó como para sí.
–Ud. tenía razón, estamos muertos y el Paraíso es una biblioteca infinita.
–No es más que otro sueño –replicó– un sueño dentro de otro. Y, de paso, ¿sabe Ud. quién expresó esa idea antes que yo?
–Lo ignoro.
–En verdad la tomé de Einstein, que remedaba a alguno de los sabios rabinos de su pueblo; él dijo: "El hombre es el sueño de Dios".
–Muchos pensaron lo contrario, sobre todo los que Lo negaban –dije sacando un libro de la estantería–; más aún, lo veían como a una pesadilla de la que había que olvidarse, algo que se inventa sin saberlo o peor todavía, a sabiendas. Precisamente…
Él me arrancó el tomo de las manos y, palpándolo como le había visto hacerlo, exclamó:
–¡"El Diablo", de Giovanni Papini! En esa obra lanza su idea más audaz, que ha sido mal interpretada como apostasía: la doctrina del orgullo satánico y la conversión final de Satán, que facilitaría la recapitulación de toda la Creación en el Creador. El tiempo es del Demonio, sólo al redimirse éste cesará el tiempo. No, mi amigo, yo me he equivocado; la Biblioteca de Babel no está en el Paraíso sino en el Infierno, gracias al Diablo. Pero hasta su redención tenemos mucho tiempo, como para leerla toda…
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(Esta obra fue finalista en el Primer Certamen de Cuento - 2007, de REVISTA SESAM)
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FIN DE SIGLO Y MILENIO
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El gigantesco Centro Comercial de Rosario, recién inaugurado, había quedado en penumbra. Sólo una suave luz se movía en la abovedada cúpula como un candil o un viejo farol a kerosén, pero no la portaba nadie. La luz bajó las escaleras cual si buscara algo, o a alguien. La gente sentada a la mesa festiva corrió hacia las altas puertas automáticas de aluminio y acero que flanqueaban la vasta sala, pero éstas permanecieron inexorablemente cerradas. Parecía una película de Buñuel que había visto muchos años atrás. Para colmo de males, era justo a la medianoche del 31 de diciembre de 2010, fecha sobre la cual también se habían hecho lúgubres predicciones escatológicas, como hacía una década. La luz tenía forma de antorcha sin soporte, entre el brillo del fuego y la lumbre fluorescente, y casi se arrastraba por el suelo. Pensé en la zarza ardiente, en almas de difuntos, e incluso en visitantes extraterrestres. Oí gritos de terror, de arrepentimiento, gemidos, plegarias y rezos, ladridos de perrillos falderos, estrépito de cuerpos que caían y madres llamando a sus hijos extraviados. La luz se desplazó, indecisa, hasta caer en el estanque que adornaba el recinto bajo la nave central, y allí se apagó como si realmente hubiera sido una antorcha reptante. Entonces, una oscuridad total de fin de mundo cayó sobre los seres y las cosas, seguida por un silencio anonadado, en espera del último golpe.
El retorno de la electricidad nos sorprendió a todos, y más aún cuando vimos el cadáver chamuscado de la rata flotando en el estanque. . .
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EL CAFÉ DONDE MUERE LA LUNA
“Sólo es nuestro lo que perdimos”
(Jorge Luis Borges)
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En la pequeña calle Jean Jaurés,
metida entre los pechos de París,
esa sirena ansiosa de querer,
había un café igual a otro café
de Buenos Aires, presa en el confín
de otra llanura plácida, sin fin
donde nadie parece envejecer.
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En la porteña calle Jean Jaurés
hubo una plaza con fuente y delfín,
jazmineros en flor, bancos de piel
y furtivos amantes de perfil,
que la luna encalaba al recorrer
sus veredas de canto y adoquín
antes de ir a morirse en el café.
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En la penumbra azul de aquel café,
absorto en el milagro de vivir,
vi pasar a las mujeres de ayer
junto a sus sombras en el porvenir,
a los amigos idos renacer
tal como eran entonces, al partir,
y ya no supe si dudar o creer.
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Pero a cruzar, al fin, no me animé,
miedo tuve del futuro que vi,
y aunque también el pasado esté allí
como un perro leal esperándome,
no ha de ser más que una ilusión sin fe,
otro tango rezongón y viril
como aquéllos que cantaba Gardel.
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Allá estaba, empero, Don Jorge Luis
y el Otro Borges, su sosías fiel,
bebiendo ambos una copa de anís
con sus ojos glaucos de amanecer.
Y detrás del estaño en un atril
había un retrato de Jean Jaurés
que nos miraba sin dejar de reír.
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Dr. JOSÉ LUIS NAJENSON. Nació en Córdoba, Argentina, en 1938; vive en Israel desde 1983. Nacionalidad: argentina e israelí. Narrador y poeta, ha publicado los siguientes libros de literatura:
Nocturnas –poesía– (Rosario, Argentina, 1959).
• Tiempo de arrojar piedras: cuentos de ficción política y religiosa (Ed. Universidad Autónoma del Estado de México, 1981).
Cultura nacional, cultura subalterna –ensayo– (Ibid., México, 1980).
• Memorias de un Erotómano y otros cuentos (Ed. Monte Avila, Caracas, Venezuela, 1991).
Pardés-Sefarad –poesía– Premio “Villa de Martorell” 1995. (Editorial Seuba, Colección “El juglar y la luna”, Barcelona, 1995).
Diario de un Voyeur –novela– (Ed. Trymar - Kékeres, Vigo, España, 2002).
El suspiro del moro –cuentos– (Ed. Certeza, Zaragoza, España, 2003).
Licantropía y otros cuentos sublunares (Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2003). Premio “Narradores y Poetas Contemporáneos” 2003, convocado por dicho Editorial.
El juego ha terminado (novela que obtuvo la Recomendación para su publicación en el I Concurso Internacional de Literatura Juvenil, Editorial Libresa, Quito, Ecuador.
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Ha recibido más de 50 premios literarios, entre ellos: Primer Premio “Arturo Capdevilla” de Narrativa (Argentina, 1987); Primer Premio “Baeza” de Poesía (Baeza, España, 1996); Primer Premio Internacional de Poesía “Ciudad del Che” (UNEAC, Santa Clara, Cuba, 1999); Primer Premio en la Categoría de Poesía, del II Concurso Internacional de Relatos y Poesía de Temática Mitológica, de “La Revelación”, (Madrid, 2008); Primer Premio Certamen de Relatos Breves “Bellver” (Diario de Mallorca, 2008).
Es Doctor en Filosofía por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y Miembro Correspondiente en Israel de la Academia Norteamericana de la Lengua Española.
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JOSÉ MARTÍN VARGAS



IV
¡Quién podrá salvarse
del próximo diluvio,
si lo único que hemos construido
es un arca de papel!
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XXXII
No quiero construir un arca
para que se salven algunos.
No puedo mirar un arco iris
y olvidarme de los muertos.
Prefiero quedarme aquí abajo
en medio del diluvio.
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XXXVIII
El arca ya no existe
y el diluvio todavía
no se ha terminado,
pero el arco iris
no puede ser una mentira.
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JOSÉ MARTÍN VARGAS (San Martín, Provincia de Buenos Aires, Argentina). Poeta y narrador. Psicólogo. Estudió Teología en la ciudad de Müster, Alemania, y Psicología en la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires.
Ha publicado:
El deseo de la montaña (poemas)
Anteriormente: Antes de la lluvia (poemas)
El exilio, Adán en la biblioteca y La Sucesión (cuentos)
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ULISES VARSOVIA



AFRODITA DE MELOS
(Venus de Milo)
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Déjame tocar tu piel y quemarme,
déjame acariciar tu cuerpo
con mi mirada de varón en celo
trepando las gradas de la fiebre,
consumido en tus besos de piedra.
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Mudo y pasmado estoy en tu presencia,
indestructible ícono de mármol
revoloteando por siglos y milenios
en la conciencia de la humanidad,
en el subconsciente de la idea de arte.
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En un duro bloque de fría materia,
te buscó el aprendiz de creador
armado de un soplo de metal,
día tras día y noche tras noche
fue escarbando en los velos del misterio,
y al final de la séptima aurora
emergió tu cuerpo desde la luz
petrificado en su propia belleza.
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Bella como ninguna diosa,
tu forma triunfal semidesnuda,
torcida en la curvatura invicta
donde el pubis esconde su secreto
bajo un follaje de pliegues textiles.
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Qué importa que tus hermosos brazos
cayeran al pozo de los siglos,
si la turgencia idéntica del pecho
eleva sus llamas paralelas,
y corren dos ríos de agua pura
más allá de la sed y de los labios.
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Sólo al genio griego le fue concedido
arrancar de un frío bloque de materia
un cuerpo de ansiedad inconsumible,
un rostro de olímpicas líneas faciales,
un monumento de luz y de mármol
a la belleza, Afrodita de Melos.
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(de: Arqueologías, 2007, inédito)
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ULISES VARSOVIA (Valparaíso, 1949). Seudónimo de Alfonso Krieger Velasco. Poeta, narrador. Licenciado en Historia, Geografía e Historia del Arte en la Universidad Católica de Valparaíso, se doctoró en Freiburg, Alemania.
Ha leído con profundidad a los clásicos de la literatura universal, y dice que lo marcaron en especial los románticos alemanes y los ingleses, R.M.Rilke, Herman Hesse, R.Tagore, los poetas malditos franceses, en especial A. Rimbaud, y en cierto modo César Vallejo, Pablo de Rhoka y Pablo Neruda.
Casado con una profesora suiza, Claire Frei, a quien conoció en Chile, reside en San Gallen, Suiza, en cuya universidad dicta cátedra. Tiene además una amplia experiencia como docente de varias universidades.
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Publicaciones:
Sueños de Amor (1972); Tus náufragos (1993); Abasalena y Canciones de Otoño (1994), Capitanía del Viento (1995); Der Herbst in St.Gallen - El otoño en San Gall (poemario bilingüe, de 1992).
Posteriormente fundó su propia editorial, Capitanía, para editar sus Cuadernos de Poesía, con lo que pudo dar a conocer tanto la escrita en Chile como la que escribió en Europa: El transeúnte de Barcelona, de 1997; La Catedral de San Gall, de 1994; Alianza, de 1977; Aguas y Naufragios, de 1995; Cuando las blancas alas de la muerte, de 1995; Jinetes Nocturnos, de 1974/75; Máscaras y Rostros, de 1997; Aguas Tumultuosas, de 1977; Domicilios I, de 1998; Cítara, de 1998; Cólera de Amar, de 1977; Madre Oceánica, Valparaíso, de 1998; Libro de Amor en Invierno, de 1998; Centinela, de 1999; Lumbre, de 1999; Nocturnal, de 1999; Atribularia, de 2000; Megalítica, de 2000; Hermanía: La Hermandad de la Orilla, como homenaje a Valparaíso, de 2003, publicado por Apostrophes en Santiago de Chile, junio de 2004, y Ebriedad, de 2002.
Paralelamente publicaron sus poemas revistas de literatura de todo el espectro hispanoamericano, así como también de Francia, Italia, Canadá y Estados Unidos, en varios idiomas y repetidas veces.

Actualmente está en numerosas páginas web. Tiene también varios títulos inéditos, entre ellos una novela.
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http://varsovia.tripop.cl
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SILVIO HOFFMAN



LA ESCALERA DE CARACOL
(fragmento)

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Para mí, el camino más inquietante y atractivo es el que ofrece la escalera de caracol. Cuanto más cerrada es la curva sobre la recta en la que se enrrolla, mayor es la impresión que reciben los sentidos. El cuerpo intentaría mimetizarse dentro la línea circular que lo contiene; existe una espectativa, un estado de alerta, ante lo que se hallará al emerger del extremo superior o al salir desde su base.
Es fascinante el influjo que me provoca; ser parte de una hélice con la que giro, en un trayecto que podría imaginar infinito; círculos y círculos, como volutas de humo, que inspiran lo que podría ser un eterno signo de interrogación: ¿es tubo de ascenso o descenso?, ¿peligrosa?, ¿estimulante de la curiosidad?, ¿juego de alpinismo o tobogán?. El caracol vivienda ambulante del molusco, caparazón, fortaleza, me subyuga: ¿será por la necesidad de autonomía, la protección segura? Escalón tras escalón, la disposición retrasa la llegada; en cada nivel puede haber un mundo, una visión diferente que se orienta hacia todos los puntos cardinales del espacio.
Cuando pienso en la aglomeración humana que satura el planeta, vislumbro la escalera de caracol y la ilusión de infinito que produce, el transporte hacia la lejana altura, un lugar más hospitalario. Si proyecto a la escalera hacia abajo, con su geometría de tornillo, lograría horadar el suelo para llegar a un lecho apacible.
En mi hogar creativo, los peldaños pueden ser para el jardín colgante, velos que agite el aire, lugar de refugio para un nido extraviado. En escalarlos y descenderlos, vivo con más realidad, la coherencia en el tiempo, el movimiento espiral como una danza ritual inagotable; el sentido de la vida puede embriagarse en los giros lúcidos o enigmáticos, entre lo pasado y el futuro desconocido.
La escalera de caracol puede ser en los sueños la pesadilla con marchas forzadas, automóvil saltando los niveles, tormentas de viento, lluvia y granizo azotando a la que, espectral, es como la instalada afuera para los salvatajes. Pero también, el lugar de encuentro en la cita de amor, suspendida entre el cielo y la tierra.
¿Qué clase de sendero es mi vida? ¿Camino liso o abrupto? ¿Continuado y regular o cortado con precipicios?. El camino en caracol me encierra y envuelve, alarga el esfuerzo y oculta el destino. Es bueno, ¡por fin!, llegar al que es recto, directo, calle o avenida en las que resulta placentero dejarse llevar. Después del caracol introspectivo, de búsqueda interior, alcanzar la claridad en la planicie, el paisaje abierto, horizonte que los ojos pueden abrazar. Creo que llevo a cuestas el caracol y la llanura, integridad que me permite sospechar la naturaleza de mi existir...
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SILVIO HOFFMAN. Nacido en Buenos Aires. Egresado de escuelas públicas y de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Trabajó para la salud infanto-juvenil y la educación familiar, desde su especialidad y ejercicio pediátrico, y a partir de su especialización en psicología y psicopatología en el servicio de la Dra. Telma Reca, Servicio del Hospital Escuela San Martín, de Buenos Aires.
Con enfoque biológico, psicológico, social, reflexiona y participa en medios de difusión (cursos y conferencias, periodismo, radio, televisión).
Director Médico en Comunidades Terapéuticas, para rehabilitación de droga-dependientes desde la década del 90.
Publicó “¿Qué droga la droga?” (2000), “La casa mágica” (2006).
Artista plástico, realiza y expone pintura escultórica, entre otros en “Estímulo de Bellas Artes” (2002)
Desde la década del 70 realiza en forma ininterrumpida, talleres creativos de escritura, plástica, música, expresión corporal y teatral, en equipos interdiscipinarios, para desarrollos de la personalidad, resolución de problemas psicopatológicos, enfermedades de adicción a drogas psicoactivas, bajo el concepto: Artes + Ciencia = Salud.
Fundación Hoffman. Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta.
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MARCELINO MENÉNDEZ GONZÁLEZ



EN EL VÉRTICE DEL TIEMPO
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Con un inmortal silencio
y el reposo de la luz,
el eterno tiempo con el velo
de las sombras fue cerrando el postigo
donde ya nadie me espera,
ni a nadie espero.
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Fue un momento diferente
y, sin embargo, en el humo se quedaron
las palabras; humos blancos
que se alejaron en la callada altura
de nuestra despedida…
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Donde yo quedé perdido en tu silencio
y tú, flotando en mi infinito;
y la esperanza, en el vértice del tiempo…
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ELUCUBRACIONES
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Lo tierno, lo tibio, lo tenue
de una mirada...
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Lo trémulo, lo trivial, lo triste
de una sonrisa...
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Como un gesto sin razón,
un gesto y...un nombre...
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Y sólo con cierta perplejidad,
que no llega al asombro
me quedé esperando,
con imágenes color pastel
y la música de un vals...
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Y como todas las cosas
en camino a alguna parte,
sin preguntar el porqué;
sabiendo, eso sí, que a veces el reflejo
equivoca el color...
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Al final todo quedó como espejo astillado
en el suelo de los días.
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MARCELINO MENÉNDEZ GONZÁLEZ (Murcia, ESPAÑA). Poeta, narrador. Presidente de AERMU, Asociación de Autores, Escritores y Críticos Literarios de la Región Murciana.
Entre sus numerosos libros de poesía: Sensaciones y Añoranzas, Esperanzas y Desconciertos, Semblanzas y Anhelos, El Vuelo de una Fantasía, La Continua Búsqueda, Con el Alma en México, La Erupción del Popocatepetl, Sensibilidad y Sortilegios, Soledades y Silencios.
Narraciones: 2000 Semblanzas Oaxaqueñas, Mi Abuelo, La Búsqueda y Agonía y muerte de una mujer Lacandona.
También ha escrito: 51 Pensamientos Desconocidos e Ignorados
2002 Compendio de 100 Pensamientos y Sencillos Pensamientos.

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http://marcelinomenendez.blogspot.com/

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jueves, 11 de junio de 2009

MABEL SPINELLI



Tu mano pequeña, viva, suave
como alas, se deslizaba muy despacio,
apenas rozando las mías,
me buscaba en la noche.
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Tu presencia casi humana
recorría mis sentidos,
lentamente te filtrabas
por rendijas descuidadas.
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Un reflejo de luz titubeó
en mis mejillas, recorrió
mi cuerpo, cristalizó
en mis sueños.
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Recorrió los ojos, los párpados
y se quedó en mis labios,
platinados de luz,
platinados de luna.
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Alas que creciendo
en mi cuerpo cruzaban
mi corazón, latiendo
agonizante.
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No me atrapaste en el
caliente palpitar de otro vuelo.
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Son signos sin sonidos
en la noche,
manos con vida que se encuentran
y palpitan.
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MABEL SPINELLI. (San Miguel de Tucumán, 1935). Reside en San Martín, Provincia de Buenos Aires. Maestra normal nacional, maestra especial de jardín de infantes y niños atípicos.
Guionista de los primeros cuentos infantiles en diapositivas. Periodista.
Narradora, poeta. Ganó varias distinciones en certámenes literarios.
Ha publicado el libro de poemas Vuelos (2005).

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jueves, 16 de abril de 2009

NELLY VARGAS MACHUCA


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TRÍPTICO DE MI MADRE
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¿QUÉ DICEN LAS PALABRAS?

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Sombras imperceptibles escriben sobre la línea blanca, trazos grises.
¿Será la nube sobre la espuma? ¿Serán alas? ¿Serán recuerdos?
Hay un rumor de palabras sumergidas. Algunas emergen, cortando la superficie del silencio. Juegan, parece, las palabras. Urden a viva voz, tramas desasidas del tiempo, restos náufragos de alguna realidad que no pasó a la idea.
Entonces, ¿qué dicen las palabras? Perduran como improntas en la piedra, rastros, cabos sueltos, indicios de su voluntad de ser.
¿Quién puede hablar con retazos de pensamiento? ¿Quién puede descifrarlos?
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Mamá no escucha, o escucha cada vez menos. Mamá no ve, o ve cada vez menos. Mamá no habla, o habla cada vez menos. Sin embargo, mamá es cada vez más mamá. Yo cada vez soy más ella. La espero, porque soy su madre. La guío, porque soy su hija.
Me siento en su silla y dejo que entre las dos afloren signos de nuestra existencia, claves que sólo nosotras conocemos, nombres de familia, momentos esparcidos en un presente intemporal.
La identidad se borra, el ayer es hoy, ser y no ser confunden sus fronteras.
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Hay una silla, hay una mujer sentada con la cabeza baja y los labios apretados. Un beso, como de quien todavía no aprendió a besar, o ya lo olvida. Elaborado beso, difícil, pero beso. Y palabras rotas.
Así nos vamos despidiendo.
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PREGUNTAS
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¿Por qué miente el que miente?
¿Qué quiere el que siempre pide más?
¿Adónde irán a clavarse las espinas?
El que no respira, ¿de dónde saca el aliento para tantas palabras?
¿La que calla, oculta?
Una anciana está muriendo y no muere. ¿Será que envejeció demasiado?
¿Cuándo lo mucho es demasiado?
Si la carne hablara, ¿a quién acusaría?
¿Quién es el que me ha esperado en vano?
Para tener fe, ¿es necesario llegar a perderla?
¿Dos más dos, alguna vez dio cuatro?
¿La puerta del hogar abre hacia adentro o hacia afuera?
¿La belleza, de qué nos pone a salvo?
¿Asedio y soledad son dos caras de la misma moneda?
¿Por qué se esconden los mejores recuerdos?
¿De qué fermento nacen las preguntas?
¿Muchos años de mutismo engendran vociferaciones?
¿El poder puede? ¿El no poder, podría?
¿Es verdad que a Estocolmo y a San Petersburgo los he mirado con los ojos de otro
y los he transitado en otro corazón?
¿Un timbre de teléfono puede cambiar el metabolismo humano?
¿Dos que se mienten hacen una verdad?
¿Dónde mueren los últimos pasos?
¿Todo fin quiere siempre recomenzar?
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ELLA EN EL RÍO
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Fresca entre las olas, danzas. Los juncales te mecen, el sol te da una piel de espuma y aguamiel.
Vives tu presente de ceniza volcada, como vivías cuando tu corazón era de carne viva.
Ahora el río es más feliz. Se apropió de tus sueños como cuando eras niña y aprendías a bailar sobre su espalda.
Una roca sumergida se acuerda de tus pies pequeños. El árbol más viejo de la orilla te conversa en tu ir y venir hasta la playa. Las gaviotas parlotean tu historia.
Eras bella, refulgías como una moneda. Basta ver el río, ahora, color de oro viejo…
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No quiero ablandar mi pecho ni llorarte.
Quiero mirar el río y verte brillar, como antes.
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NELLY VARGAS MACHUCA. Nació en Buenos Aires. Reside en Villa Ballester, Gral. San Martín, Provincia de Buenos Aires, Argentina. Poeta y narradora. Profesora en Letras, egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Coordinadora del Taller Literario “El Caldero” el cual ha generado numerosos premios, publicaciones e intensa actividad cultural desde 1988. Crítica, columnista, jurado de certámenes literarios, conductora de programas culturales en radio y televisión, prologuista, es Secretaria de Redacción de la revista Ser en la Cultura, publicación de la Comisión de Cultura de la Casa Universitaria de San Martín e integra el Grupo Literario Los Imaginantes. Entre 2004 y 2007 se desempeñó como Subsecretaria de Cultura de General San Martín.
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Algunas publicaciones:
“Señales de Vida”. Buenos Aires, Coediciones Latinoamericanas, Coediciones Latinoamericas, 1988.
“Tintas Leves”, Buenos Aires, Edición de autor, 2003.
“Antología de la Poesía Amorosa”. Lima, Ed. Peisa,1972
“Antología Poética Argentina”, Buenos Aires, Fondo Editorial Bonaerense, 1981.
“Ballester, sus poetas y los Poetas del Encuentro”, Buenos Aires, E.G.A., 1997.
“Literatura. Integración y Compromiso”, publicación de la Secretaría Municipal de Cultura de Porto Alegre, Brasil. Noviembre de 2000. Edición bilingüe.
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Distinciones:
• Faja de Honor de la SADE (1989).
• Tercer premio de narrativa de SADE Noroeste Bonaerense por su cuento “Ellos dos”.
• Poemas suyos han sido musicalizados por los maestros Juan Carlos Figueiras y Andrés Pedro Risso y estrenados en el Salón Dorado del Teatro Colón y en el ciclo de
• En noviembre de 2000 disertó en el Primer Encuentro de Escritores de la Red de Mercociudades, en Porto Alegre, Brasil.
• En abril de 2003, fue distinguida por el Municipio de General San Martín, al conmemorarse el Día Internacional de la Mujer.
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jueves, 19 de marzo de 2009

NICOLÁS ANTONIOLI



I
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o meterte entre las sábanas
........................................o contemplar una autopsia
en silencio cuántas puñaladas en este cuerpo de la noche
ni rastros de los tajos en la lluvia goteras hacia el vertical
las guaridas de las goteras me saben a poco
las lágrimas de un cojo en el arrabal
....................sus ojos taponados de neblina
....................las bruces de un infierno
para colgarse de las orejas como en una hamaca
una ría suscitada en el contorno de un hombre
un equilibrista ciego con los dedos arrancados la yugular quebrada
el hombre del bandoneón ríe
.................... ...........el fracaso del de los dientes que chirrían
se raja y partido se vuelve a rajar
pedazo a pedazo se rearma el grito
y el hombre de la barra hace un trago largo
con la noche transfigurada en café sobre el fondo de su garganta
que deja deslizar
este amanecer que duele
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la plática
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en el momento de brazos que se caen
tocar el piso nos trae polvo y viento
los bosques la oscuridad sacudiendo
cuerpos raros de ardillas que cuelgan de una rama individuo
porque sus arrepentimientos son de pelos pegoteados
en la sangre que abraza el ahorcamiento
nos acariciábamos de prisa todo era de esperarse
relámpago tras gruesos cadáveres que colgábamos esa noche
mariposas de alas marrones queriendo llegar a nuestros ojos
espacio
tú que jadeas con la jauría de alas (manchas de lo impropio)
fosforescencia en la jaula
a los nadies quiénes en la puerta han muerto
a todos trabas que de no saber lloras
dientes que duelen la grasa que avientas
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hoy la humanidad ha fracasado
.................... ........... ..............(mentira)
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informe
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no he experimentado otra forma de muerte
otra situación para que los gusanos sean propicios
una nena ungulada deformando los vestigios de un hombre
la obscenidad que se abre al solo
de veras estamos en riesgo de presentir
los usos del dedo índice
nada proscribe los desórdenes y demasiada subordinación
ellos los insubordinados me refiero a los traídos de los pelos
nada desconoce los recintos de donde sale lo pútrido
definámoslo en fragilidad en caer hasta romperse
pero ella está de costado con la piel debilitada
lo más parecido a la realidad
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NICOLÁS ANTONIOLI (Florida, Provincia. de Buenos Aires, Argentina, 1985). Poeta, narrador y letrista de tango. Desde 2006 coordina el Taller Literario “sin ismos “ de la Biblioteca Popular Cyberfed. Munro. Co-conductor en tres programas de radio dedicados al quehacer poético. Vicedirector de la Revista Literaria Nombre.
Libros publicados (Poesía): Sentires del alma (2004), Se necesitan ojos (2005)
Tiene inéditos: La mano emplumada, El agua cruda.
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Antologías:
Pequeñas grandes historias (cuentos breves), Torbellino de humor y horror (otras realidades) (cuentos de terror y humor) publicadas por la SADE Seccional Delta; Sangre y savia (poesía) publicada por el Círculo de Poetas de Boulogne; Vivencias (poesía) publicada por la SADE Seccional Zona Norte GBA y Transparencias del alma (poesía) publicada por la revista La Bodega de los Poetas.
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Algunas de las distinciones en poesía:
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• Segundo Premio del Círculo de Poetas de Boulogne Sur Mer (2002).
• Primer Premio Entidades Centro Cultural del Tango Zona Norte (2003).
• Tercera Mención I Concurso Nacional revista La Bodega de los Poetas (2004).
• Tercer Premio de la SADE Seccional Zona Norte GBA (2004).
• Cuarta Mención VII Juegos Florales “Los Poetas del Encuentro” (2004).
• Cuarto Premio V Certamen Poético Centro Cultural del Tango Zona Norte (2005).
• Tercer Premio II Concurso Nacional revista la Bodega de los Poetas, Morón (2005).
• Segundo Premio VIII Juegos Florales “Los Poetas del Encuentro”, San Martín (2005).
• Primer Premio Concurso Nacional Madre Teresa de Calcuta, La Matanza (2005).
• Segundo Premio VIII Juegos Florales “Los Poetas del Encuentro”, San Martín, (2005); Segunda Mención (2003), Cuarta Mención (2004).
• Segundo Premio Juegos florales “Jorge Alberto Bossio” Sociedad de Escritores de San Martín (2006.)
Ha participado con Elena Caricatti Pennella del programa radial El hilo y el laberinto, conducido por Agustín Romano e Isabel Llorca.Bosco, en FM 104.7, San Martín.

• Seleccionado por el poeta Fernando Noy para el Recital de Poesía “Hacenos el verso” organizado por Canal (á) (2004).
• Expositor en el III Festival de Poesía Homenaje a Pablo Neruda, Palavreiros (Brasil).
• Seleccionado para el Festival Nacional de Poesía Buenos Aires 2005 organizado por APOA (Asociación de Poetas Argentinos).
• Seleccionado por la escritora Adela Tarraf para exponer sus obras poéticas en el Museo Roca de la Ciudad de Buenos Aires.
• Seleccionado por Jorge Boccanera para el seminario de Poesía Latinoamericana de la Universidad Nacional de San Martín (2005).
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http://revistanombre.blogspot.com/


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nicolas_antonioli@yahoo.com.ar

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jueves, 15 de enero de 2009

SERGIO BONOMO


LA MOROCHA


Felipe y la morocha jamás se amaron en ninguna parte.
Ellos sólo comparten bares y ginebras y madrugadas llenas de humo e invierno.
A la Morocha le gusta escuchar las desventuras de Felipe: sus heroicas escapatorias a la muerte de cada noche. Felipe tiene una especie de delirio de persecución e imagina que la muerte lo aguarda en cada esquina; también le cuenta sus desdichas de tiempos idos y lejanos, cuando él era un joven solitario y apuesto que andaba por las barriadas festejando a las muchachas.
Felipe se sonríe con dulzura cuando la Morocha le cuenta de sus amores nocturnos de antaño. Amores efímeros de sus noches de mucho andar y de mucho amar; amores baratos de caricias ajenas; amores que la Morocha practicaba siempre pensando en hombres que no eran los que en ese momento se enredaban en sus brazos.
La Morocha amaba con el corazón y con la piel y con todo el aliento de su ser fogoso. Pero sus amores duraban lo que una lluvia en verano.
Jamás cobraba sus servicios si el cliente era un muchacho pobre, o triste, porque pensaba que su oficio debía tener un fin solidario, y hasta didáctico y pedagógico.
Todos aquellos que fuimos adolescentes en los años ochenta y vivíamos en San Martín hemos descansado nuestra cabeza en su regazo, aspirado el aroma a jazmín que manaba de su cabellera de azabache y le hemos contado nuestros tempranos sueños.
Ella nos acariciaba la cabeza entre divertida y burlona, y nos escuchaba con irónica solemnidad.
Hacíamos fila a su puerta de la calle Perdriel , ansiosos y felices, fumando unos cigarrillos nerviosos, y nos marchábamos de su casa impregnados del perfume de sus sábanas de satén y con la certeza definitiva y absoluta de que éramos inmortales.
Felipe la quería con el alma, ya desde aquel tiempo.
Después de que las filas de muchachos terminaban de saciar sus urgencias, él entraba en la pieza de la Morocha, calentaba la pava para el mate, y se quedaban los dos conversando bajito, de cualquier cosa, hasta que el sol reverberaba en los vidrios de la ventana.
Se cuenta que una madrugada, después de una larga y agotadora jornada de trabajo sexual –la Morocha se había pasado decenas de tipos– Felipe la encontró en la cama, llorando desnuda, con la cabeza metida debajo de la almohada.
El revoltijo negro de su pelo asomaba como una sombra y contrastaba con el inmaculado blanco de la funda almidonada.
La Morocha lloraba sin consuelo toda su callada tristeza.
¡Quién sabe, nunca nadie supo qué dolores la mordían, qué tajos de amargura atravesaban el alma de ese cuerpo con qué todos soñábamos!
Nosotros, los pibes de entonces, nada sabíamos de sus penas y es probable que esas penas poco nos importaran. Su soledad nos era ajena en aquel tiempo, como la muerte también nos era ajena. De la Morocha buscábamos tan sólo marearnos con su aliento feroz y dulce y perdernos para siempre en el vértigo que nos provocaba su mirada.
Felipe aquella madrugada la observó largamente, desde la puerta fumaba y la miraba en silencio.
Ella no comprendió del todo o no estaba acostumbrada a comprender; secó sus lágrimas en las sábanas de satén y con un gesto triste lo convidó a acercarse, a tenderse a su lado.
Felipe la abrazó, pero su abrazo era distinto a todos los abrazos que la Morocha había tenido a lo largo de su vida. Felipe ya era un hombre hecho y derecho, él ya había aprendido de memoria ese sutil lenguaje que no necesita de palabras.
Entonces la Morocha entendió.
Así se quedaron largo rato, él abrazándola con ternura y ella apoyada en él, sin hablarse.
Luego ocurrió la magia: con la última oscuridad que se escapaba por la ventana, atravesada por el rayo anaranjado que pugnaba por nacer, Felipe la fue vistiendo dulcemente; la fue reconociendo mujer en la postrera oscuridad, a medida que la vestía, y cuanto más la vestía, cuanto mas la cubría de blusas y corpiños y bombachas con encaje, más “ella” se le antojaba.
Felipe la fue inventando despacio, la fue armando hembra poco a poco, con sus manos, con las yemas de los dedos, con el aliento a tabaco que se mezclaba con todos los alientos de todos los tipos que habían dejado clavado en ella su deseo, y así hasta completarla entera, hasta que fue la Morocha solamente para él.
Desde entonces andan así los dos, por las calles de San Martín, sorbiendo raros brebajes en los bares cercanos a la plaza, con los ojos clavados en los húmedos ventanales que miran ciegos las veredas tranquilas, quizá tratando de encontrar una esperanza que se les escapó.
A veces salen a caminar por Ayacucho en las noches de luna y él le pasa su brazo sobre los hombros y le habla al oído de cosas que nadie sabe, y entonces ella se sonríe.
O de repente, ambos se echan a reír estrepitosamente, sin ninguna razón, y el rostro se les ilumina y parece como si fueran novios.
Aunque, se sabe, Felipe y la Morocha jamás se amaron en ninguna parte.


SERGIO BONOMO (Villa Zagala, Gral. San Martín, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1966) Narrador, poeta. Actualmente resido en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Comencé mis primeros pasos en este oficio de la escritura allá por 1987, en el mítico taller” Rodolfo Walsh”, que dirigía el escritor don Élido Di Serio
Tengo publicado un libro de poemas “Aguas Servidas”, Buenos Aires, ImagenArte, 1993. Integré esta editorial y el staff de la revista literaria "Contrahabla" que dirigía el escritor y editor Jorge Prado Roo. Actualmente colabora con la editorial “3x1”
Actualmente realizo espectáculos de narración oral de cuentos.
He obtenido el premio “Autor Local” del Primer Certamen Nacional de Cuento “San Martín 2008” de la Municipalidad de Gral. San Martín.
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ALFRED HOPKINS






SOY UNA HOJA BLANCA

Soy una hoja blanca, vacía, pura: soy díos.
Soy tu amor, tu rabia, tu ausencia.
Soy hombre, soy mujer, luz y oscuridad.
Soy memoria, olvido, historia: soy díos.
Blanco sobre blanco escribo apenas llorando,
sin forma, con forma, más allá de ella, sin tiempo,
en la oscura luz ámbar de tu memoria madrugada,
escribo amando y odiando, sobre mis hojas respirando.

Con mis dedos grabo el verde viento de tu vientre,
grito solo y sola en la noche, seduciendo
mis sueños, los tuyos,
sobre las gastadas hojas recorro.
Soy el fragor del fragante aire orgiástico de ejercitaciones nocturnas.
Soy eco propio y solitario resonando mi voz en mi tumba.
Soy el canto del cisne, soy grito prolongado recién nacido.
Soy casa sin inquilino albergando exóticos placeres,
Soy lobo estepario, bestia ruda salida de mi tumba.

Trazo cuerpo mediante los espacios de nuestro tiempo,
en líneas verticales, horizontales, circulares, cruzadas;
explosiones, estallidos, erupciones, llamas amorosas:
vivo, lucho, amo, muero y escribo a destiempo.
Soy una hoja blanca, pura: soy comienzo y fin.
Soy el amante de tu amante, soy poesía olvidada;
Soy destructor de cuentos, apuntador de actores muertos en escena.
Soy tu hoja blanca, pura, imaginándote eternamente, sin fin.



ALFRED HOPKINS (Los Angeles, California, Estados Unidos). Desde 1975 reside en Buenos Aires, Argentina. Narrador, poeta. Periodista. Actor. Profesor de teatro y narración oral en el Instituto Superior en Lenguas Vivas "J.R.Fernández". Recibió el B.A. en periodismo y ciencias sociales de la Universidad de California en Berkeley, E.U.A. Trabajó varios años en diarios norteamericanos (Casper Morning Star, Lockport Sun and Journal, York Gazette and Daily), luego durante varios años como corresponsal independiente en América Latina. Estudió teatro con Toni Barquet y Ricardo Bartis. Ha participado en varios espectáculos unipersonales en inglés o español: Hamlet (Shakespeare), El corazón delator (Poe), canciones de amor, un show de radio, entre otros. Hamlet ha sido representado con notable éxito en La noche de la cultura, organizada en septiembre de 2008 por la SESAM y la Red de Bibliotecas Populares de Gral. San Martín. Ha sido invitado especial del CAFÉ LITERARIO SESAM.

Publicaciones:
Abriendo puertas, cerrando ventanas (cuentos).
Tea for Two, a Tale for you (libro de cuentos en inglés que publicó junto con Alicia Ramasco).
Varios de sus cuentos han sido incluidos en colecciones.

Dirige la revista blog
http://jaquematepress.blogia.com

alfshopkins@yahoo.com.ar


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sábado, 10 de enero de 2009

GUILLERMO GUADAGNO.


COMO LA VIDA MISMA

Al descubrir tu perfección, comencé a disfrutar de mis errores.

Trata siempre de disfrutar el presente; demasiado tarde, ya es pasado.

Si la obra de teatro ya no te sorprende, es hora de que mires detrás del telón.

Despiértenme cuando el sueño haya concluido.

Despiértenme cuando el laberinto abra sus puertas.

Si el camino no lleva a lo inexplicable es hora de modificar el rumbo.

Si tuvieras el coraje de amar serias más feliz.

No pierdas la oportunidad de gritar cuando el entorno abra sus puertas.

La arrogante perfección distrae la esencia.



GUILLERMO GUADAGNO.
Seminarios de SESAM y la Municipalidad de General San Martín: “El relato y su monitoreo”, a cargo de Agustín Romano y “Técnicas narrativas”, a cargo de Eduardo Jorge Arcuri Márquez (2007). Participa del Taller Literario SESAM, coordinado por Agustín Romano e Isabel Llorca Bosco. Es socio de SESAM.
Estudios extracurriculares de filosofía y primer año de la Carrera de Psicología.

Guillermo Guadagno.
EUS-IBM Customer Service Center

guadagno@ar.ibm.com

ANA GELFMAN



"El Tango en Mendoza pretende rescatar tiempos, historia y cultura.
Evitar, por falta de cuidado intelectual, la erosión de agentes externos.
Hacer que lo vivido, base de sustentación de lo que somos, no se disemine igual que los polvos de los vientos que suelen surcar el área de esta zona.
Nos erigimos en seguidores de este género en un terreno árido, envejecido y agotado en una inocente fiesta de terca música, eco de tangos llegados desde el puerto.
La ciudad habla mejor que nosotros cuando es cuna y naturaleza y es soporte del paso de artistas lujosamente nuestros.
Las calles de tierra y de adoquines fotografían lo abierto y popular, características propias que dan forma a esta evocativa energía creadora."
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(De El tango en Mendoza, 2008)
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ANA GELFMAN (Santa Fe, Pcia. de Santa Fe, Argentina). Vivió en las provincias de Córdoba y Mendoza. Luego residió doce años en Gral. San Martín, Provincia de Buenos Aires; en la actualidad, nuevamente en Mendoza. Ensayista. Actriz dedicada a la interpretación poética. Química farmacéutica.
Ha publicado “El Tango en Mendoza”, en colaboración con su marido, el poeta Jaime Gelfman. Este ensayo ha sido declarado de Interés por la Honorable Cámara de Diputados de Mendoza y de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura del Gobierno de Mendoza. En los fundamentos de la Resolución, la Cámara advierte "este trabajo se convertirá en un valioso material de estudio y análisis para toda la comunidad, y en especial para nuestras generaciones venideras, ya que es importante que se conozca y se difunda lo que culturalmente se gesta y produce en nuestra provincia".
Ana Gelfman empezó su actividad como actriz en Córdoba, donde actuó en distintas salas y en radio. Radicada en Mendoza, siguió sus actuaciones y en Buenos Aires realizó cursos de perfeccionamiento con la profesora Lilia Roberti, de cuyo Instituto egresó con la distinción del “Premio Instituto”. Obtuvo el Primer Puesto en el Rubro Poemas Tangueros en el certamen organizado por la Facultad de Derecho de la UBA. Recibió mención en el quincenario “La Palabra” de Gral. San Martín. Realizó recitales en distintas salas de Mendoza, Buenos Aires y Gral. San Martín, donde realizó uno dedicado a los escritores sanmartinenses.. Hizo presentaciones de libros, autores y prologó libros, condujo homenajes a distintas personalidades. En la Feria del Libro de Mendoza presentó recitales sobre poetas mendocinos. En esta provincia continúa ofreciendo recitales. Ha sido jurado del Primer Certamen Nacional de Poesía de SESAM y es socia honoraria de esta institución...

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BEATRIZ MARTINELLI

Próximamente se incorporarán foto, datos y algunas obras de esta autora.

JAIME CABRERA



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CUANDO SE ACABÓ EL MUNDO
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El sol se mantenía en su sitio, aunque perdiendo poco a poco la plenitud. Su contorno se deformaba y, en parte, se desvanecía; su imagen se borraba por momentos y volvía a aparecer, más desfigurada aún, aunque la luminosidad se mantuviera. Más tarde, la misma luz comenzó a disminuir de intensidad...
Los sonidos se empastaban y perdían volumen. Se oían lejanos, como a través de un filtro esponjoso.
El fin estaba cerca, muy cerca. El mundo se apartaba de la fuente de su vida. En la naciente tarde ciudadana, las sombras comenzaron a invadir todo, mientras el silencio luchaba por imponerse.
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En un momento dado el combate terminó...
Se acabó la resistencia, el humano espíritu de rebelión, la rabia ante la injusticia... La oscuridad y el mutismo se adueñaron de todo... La fuerza, la vida, la esperanza... todo quedó de rodillas.
La última en desaparecer fue la voluntad: finalmente al pequeño se le cerraron los ojos y se durmió. Había comenzado su siesta habitual...
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PAISAJE ANDINO
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La nevisca vuela fuera de control: su libertad se enseñorea en la soledad montañosa. El frío fija la imagen en un resplandor sin finalidad: una leve fantasía cristaliza en el silencio.
Sobre la ladera, en lo escarpado de su altura, el nido del cóndor apenas se vislumbra.
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JAIME CABRERA (Buenos Aires, Argentina, 1940). Profesional de Sistemas de Información y profesor universitario de la especialidad, ha trabajado, entre otros aspectos, con la palabra y la comunicación en sus versiones técnica y didáctica. Es autor de varios trabajos específicos sobre sus temas y del tratado “Profesión: SISTEMAS”.
Desde el año 2004 se volcó de lleno a la literatura, en la cual cultiva diversos géneros, tanto narrativa como poesía. Ha participado en la Agrupación Literaria “¿Te cuento...?” y en el programa radial “Literata”, como miembro de su mesa de transmisión y autor de trabajos (Radio Apuntes - FM 98.9 - Santos Lugares).
Ha obtenido premios en concursos nacionales y locales. "Cuando se acabó el mundo" fue finalista en el I Certamen Internacional de Cuento “Jorge Luis Borges - 2007" de la REVISTA SESAM. Es socio de esta institución.
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jcabrera40@hotmail.com
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SILVIA LONG-OHNI

Próximamente se incorporarán foto, datos y algunas obras de esta autora.

FERNANDO SÁNCHEZ ZINNY

Próximamente se incorporarán foto, datos y algunas obras de este autor.

JOSÉ MARTÍN VARGAS

Próximamente se incorporarán foto, datos y algunas obras de este autor.

CARLOS LEANZA

Al alba llegó despacio,
volcó en el suelo las lágrimas
y agitó las manos en el viento.
Miró con ojos ciegos, gritó con la voz muda
y sintió la vida con la muerte.
Murió despierto con palabras.
Rechazó su duelo ardiente
y lloró su crepúsculo con sangre
porque supo de Dios y de su ausencia.
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No poder tocarte
en la sombra de las horas.
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No poder oír
tu eco en cada límite de un día.
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No poder besar
el mar en tu cuerpo adormecido.
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No poder sentir
el aroma ausente de tus pasos vacilantes.
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No poder verte
en el recuerdo distante de las horas.
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Este sería uno de los infiernos
que existen en el alma.
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De ese tormento podría huir…
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Pero si en algún tiempo,
en algún conciliábulo de dioses,
el más perverso de ellos
me mostrara
el misterio de tu alma.
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Sí,
éste sería el fin,
y mi locura.
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CARLOS LEANZA. (Ciudad de Buenos Aires, 1951). Poeta. Ha publicado en El Despertador, periódico de Pilar, Provincia de Buenos Aires.
Como lector ahora está volcado a la literatura negra, pero siempre volviendo una y otra vez a Borges. Respecto de Borges dice que agradece haber nacido en la Argentina por eso de poder leer su poesía sin traducción alguna.
Ha realizado más de un curso sobre “El universo simbólico de Borges”, a cargo de Agustín Romano y taller de poesía coordinado por Isabel Llorca Bosco.
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MARÍA ROSA LOJO



FUEGUITO

La mujer tenía un fueguito en un lugar tradicional, común, de utilidades varias.
Lo usó para devorar.
Lo usó para guardar.
Lo usó para envolver con seda roja la fuerza de un hombre.
Lo usó para parir.
Lo usó para reírse con sonrisa de noche.
La mujer ha muerto, como todos los animales muy viejos. Está enterrada en un campo chico, donde duermen caballos bajo un cielo sin luces.
Pero un fueguito sobrevuela la noche de caballos dormidos.
Dicen que es la luz en pena de las ánimas.
Dicen que acaso es el alma de la mujer.
Pero solamente es el fueguito aquél, el del lugar común, tan fuerte como un alma, que alumbra, y alumbra.

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SEMEJANZAS

Como un salto de animales por la rueda de fuego, como una caminata mortal sobre una cuerda de viento, en equilibrio sobre una tierra cortada, en puntas de pie sobre un cuchillo de hielo que se va deshaciendo a cada paso.
Así, el poema.

(Del libro Esperan la mañana verde)



OJOS EN RACIMO

Mucho ven los ojos del que mira desde aquí. Lo que hay fuera, y lo que hay dentro de los hombres, ven. Las cosas con que se acompañan y las que les seguirán cuando ellos mueran. Ven la fatiga del cuerpo y el trabajo de la memoria, la mansedumbre de quien nada espera y por eso escribe, para no sentir que el tiempo pasa y rueda, ya son deseos, vacío.
Leer no sé las marcas que hace el viejo sobre el papel, tardo y prolijo, como si trabajara un tiento. Pero leo su cara. En la cara un tajo profundo llega desde la frente a la mandíbula; los ojos se le mueven sin fijarse en ninguna parte, desviados del centro del corazón, porque así –dicen– aprende a separar la mirada de su pensamiento el que ha vivido en el desierto, al acecho.
Desierto llaman ellos, los wincas, al mismo lugar que llamamos nosotros Mamuelmapú, el país del monte. Pasto y leña hay, algarrobos que dan fruto; el chañar y el caldén; sal para el caballo y el hombre, aguadas dulces donde la luna se hunde. Cantos y danzas hay, cultrunes y pifilkas y el taiel que sólo cantan las mujeres, para que no olvidemos que somos animales sagrados, sol y luna, piedra y tormenta, para que no perdamos el hilo de los linajes. Desierto lo llaman porque allí vivimos nosotros, la gente de la tierra, los que brotamos del suelo salitroso creciendo hacia el Oriente. Pasamos como el huracán sobre sus casas levantadas en la arena, alzando la hacienda y las mujeres y los hijos que no saben cuidar, porque también los han puesto sin amarras sobre el polvo que vuela. Pasamos y sólo somos viento y furia. No tenemos para sus ojos cara ni manos. Nos oyen desgarrados en un largo grito que viene desde mundos más antiguos que el suyo.
Él fue uno de nosotros, el hombre que escribe. Durmió a mi lado en el toldo, comió la comida preparada por mi mujer principal, bebió del mismo cuerno el aguardiente y la chicha. Él sabía que el desierto estaba lleno; él conocía el sabor de los pastos y el rumbo de los caminos secretos. Él estaba seguro bajo el Pillán que cabalga por la tierra azul, por la tierra de arriba y que los winkas llaman el trueno.
Pero no le daba paz su corazón dividido, aunque se hubieran mezclado nuestras sangres, y se creía solo cuando ensillaba el mejor caballo y avanzaba en la laguna para subir luego hasta lo alto del médano que le mostraba el paisaje de su pueblo. Y allí cantaba en nuestra lengua, la lengua de la tierra, hasta que se quedaba dormido y el padre Sol desaparecía en el reino del Oeste, alumbrando las almas de los muertos.
Él ocultaba la mitad de su corazón, pero sin malevolencia, así lo hacía como el sol se oculta, porque no puede vivir siempre del lado de este mundo que vemos. Él también entraba como entra el sol, en un país de muertos. No eran sino alwe, fantasmas, los seres y las cosas del pasado que veía en el médano. O él era el fantasma, el muerto en vida, para la madre y el hermano y las hermanas que habitaban del otro lado del Mamuelmapú, creyendo en el amparo de sus casas de arena.
Lo quise bien desde que llegó al toldo de mi padre, Yanquetruz, y bebió la chicha ritual jurando ayuda y amistad a cambio de asilo. Pero no pedía venganza y eso me gustó. La venganza socava la fuerza de los hombres como el río salido de madre carcome la pulpa y los huesos de la tierra. Se quedó entre nosotros, esperando en silencio, y en la primera invasión pedí su compañía. De aquí en adelante fue uno entre los nuestros, y cuando entró Rosas, para todos enemigo, sufrió la suerte común de la desdicha. Mis hermanos empezaron a morir, Rulco y Pailla los primeros, y él fue para mi padre otro hijo, y fue más para mí que los hermanos perdidos.
Con la derrota llegaron la enfermedad y el hambre de los que huyen, sin ganados ni sementeras. Él cayó inmóvil, durante meses, y quitamos el alimento de la boca de nuestros hijos para dárselo, y nuestras mujeres lo curaron con hierbas. También Yanquetruz, mi padre, enfermó luego, y él fue entonces su amparo y cabecera.
Nuestra historia se tejía con cuerpos abiertos bajo el sable o las lanzas, paralizados por el mal de los winkas, quemados por la fiebre. En aquel tiempo te cruzaron la cara con esa misma herida que te tiembla en el temblor de la boca cuando escribes y miras hacia la ventana donde no puedes verme aunque yo te vea. Llegaste tendido sobre el caballo, apenas sustentado por un niño.
Mi padre había muerto y yo estaba lejos, del otro lado de las grandes montañas, buscando refuerzos. Supe que socorriste a la familia dispersa, supe que anduviste cerca de los campos del Cuero, sin poncho ni bota de potro, sin la faja de colores del rico telar, ni sombrero con que tapar la cabeza, cubierto con un cuero de caballo entre las espinas del invierno. Lo supe todo porque te soñé. Soñé tu miseria y soñé también que otra vez nos veríamos sobre la tierra en los chañares del país del monte.
Y nos vimos y compartimos el botín de las campañas como antes habíamos compartido la desgracia. Pero nos faltaba afrontar la sospecha y temer uno de otro la traición. Celaban nuestra amistad, te envidiaban, porque siendo winka te habías hecho cacique. Rosas les puso la ocasión en el camino con falsas delaciones que te acusaban, y yo te enfrenté con ellas. Pero nada consiguió que dejaras de ser quien eras para mí. No sólo porque negaste todo, con el habla de quien dice la verdad, poniendo en línea recta la mirada, la voz y el corazón; no sólo por el valor, Lautramaiñ, que te mantuvo armado en tu propio toldo, esperando la muerte, cuando cualquier otro hubiera huido, no sólo por el llanto de las mujeres, que nunca fueron tus esclavas sino tus amigas. No te hubiera matado porque eras mi hermano que me asignó mi padre a la hora de morir y ni siquiera la traición hubiera podido desatar aquellos vínculos.
Pero vos eras cada vez más ajeno en el país del monte. Ni la riqueza ni el poder ni el cariño te retuvieron cuando se acabaron los días de Rosas y te llamaron los tuyos. Allí te fuiste, para conocer la desilusión y el recuerdo irreparable de lo que no vuelve, para que te llamaran traidor a tus espaldas y tus paisanos se acordasen de los malones que acompañaste más que de las causas por las que te fuiste.
Veinte años tuyos, Lautramaiñ, se quedaron latiendo en la mapú, veinte años de indio que ya no te perdonarán tus wincas porque para ellos sos más indio que cristiano, y ni siquiera en la cara, en el modo de hablar o caminar, te distinguen de nosotros. Pero supieron usarte bien. Fuiste el mejor intermediario, el mejor jefe de fronteras. Nos querías y te queríamos, confiábamos en vos. Nuestros hijos –así lo decías– se criaron con los tuyos, uno de los míos fue tu ahijado, y entre indios o cristianos lleva siempre tu nombre. No nos faltaste, Lautramaiñ, pero la paz que te mandan a negociar es sólo una demora de la agonía. Coliqueo, tu suegro, ya lo entiende antes que los otros, prefiere hacerse asignar tierras ahora, tener iglesia y vivir como winka.
Lautramaiñ, nos estás entregando sin darte cuenta. Hoy adelantan un paso la frontera, mañana otro. Les dirás todo a los que llegan a matar a los míos, aunque no sabés todavía de qué manera feroz han de matarlos –hombres, mujeres y niños– para que el desierto les quede, de verdad, vacío. Al coronel rubio y astuto que te pidió como baqueano –ese Roca que vencerá a Curá, la piedra– vas a revelarle nuestras costumbres y las aguadas y los caminos del monte y la cantidad de nuestros hombres, y las mañas del combate. Y sin embargo nunca habrás de ser winka otra vez enteramente. Ni siquiera ahora, cuando estás escribiendo para ellos tu vida en el papel, para que esa vida valiente quede en la memoria de los tuyos –una memoria tan floja que necesita de papeles y no es capaz de guardar en el oído la voz de lo que fue, siglo tras siglo–. Vos pronto habrás de irte, como yo, al país donde el Sol del Oeste ilumina la cara de los muertos. Y no sé si te irás como Manuel Baigorria, el coronel unitario, el gaucho de San Luis, o como Lautramaiñ, el cóndor chico, mi compadre, mi amigo. Porque ahora sí me estás viendo, posado sobre el revés de tu mano que escribe y no vas a matarme como lo haría un winka. Me mirás profundamente mientras una sola lágrima difícil te va mojando la herida seca, antigua. Me mirás a mí, el pullomen, la mosca azul donde vuelven las almas de los guerreros, como si supieras que es Pichún, tu hermano, el hijo de Yanquetruz, quien te habla desde mis ojos en racimo.


(El Francotirador Literario, noviembre 1993)



MARÍA ROSA LOJO (Castelar, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 1954) Narradora, ensayista, poeta. Doctora en Letras. Investigadora del CONICET y profesora del doctorado en la Universidad del Salvador. Colaboradora permanente del suplemento literario de La Nación. Ha sido jurado del primer certamen nacional de novela “Municipalidad de General San Martín)” 2006. Ha presentado su último libro en San Martín, en un acto organizado por SESAM (1-12-2007).

Obras publicadas:
Novelas: Finisterre (2005), Las libres del Sur, Una mujer de fin de siglo, La Princesa Federal.
Editorial Planeta. Cuarta edición. 1998. Argentina.
Ediciones Planeta de Bolsillo. 1998. Buenos Aires. Argentina.
Editorial Planeta. Colección grandes éxitos de la novela histórica. 1999,. España.
La Pasión de los Nómades, Canción perdida en Buenos Aires al Oeste (1987).
Cuentos: Cuerpos resplandecientes. Santos populares argentinos (2007), Amores insólitos de nuestra historia, Historias ocultas de la Recoleta, Marginales (1985).
Ensayos: Edición académica de Lucía Miranda, de Eduarda Mansilla, por María Rosa Lojo y equipo (2007), Sábato: en busca del original perdido, El Símbolo: Poéticas, Teorías, Metatextos, Cuentistas Argentinos de Fin de Siglo, Tomos I y II – Estudio Preliminar, Editorial Vinciguerra. 1997, Argentina, La “barbarie” en la narrativa argentina siglo XIX (1994 ).
Poesía: Esperan la mañana verde (1998), Forma oculta del mundo, Visiones (1984).
Textos suyos han sido traducidos al inglés, al alemán, al francés y al gallego.
Se han escrito numerosos ensayos sobre su obra.

Distinciones:
Primer Premio de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires (jurado integrado por Olga Orozco, Alberto Girri y José Isaacson), Premio del Fondo Nacional de las Artes en cuento (1985) y en novela (1986), Primer Premio de Poesía “Doctor Alfredo Ruggiano” (1990), Primer Premio Municipal de Buenos Aires “Eduardo Mallea” en novela y cuento, Premio Internacional del Instituto Literario y Cultural Hispánico de California (1999), Premio Konex a las Letras 1004/2003) y Premio Nacional “Esteban Echeverría” (2004).

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