viernes, 10 de julio de 2009

SILVIO HOFFMAN



LA ESCALERA DE CARACOL
(fragmento)

.
Para mí, el camino más inquietante y atractivo es el que ofrece la escalera de caracol. Cuanto más cerrada es la curva sobre la recta en la que se enrrolla, mayor es la impresión que reciben los sentidos. El cuerpo intentaría mimetizarse dentro la línea circular que lo contiene; existe una espectativa, un estado de alerta, ante lo que se hallará al emerger del extremo superior o al salir desde su base.
Es fascinante el influjo que me provoca; ser parte de una hélice con la que giro, en un trayecto que podría imaginar infinito; círculos y círculos, como volutas de humo, que inspiran lo que podría ser un eterno signo de interrogación: ¿es tubo de ascenso o descenso?, ¿peligrosa?, ¿estimulante de la curiosidad?, ¿juego de alpinismo o tobogán?. El caracol vivienda ambulante del molusco, caparazón, fortaleza, me subyuga: ¿será por la necesidad de autonomía, la protección segura? Escalón tras escalón, la disposición retrasa la llegada; en cada nivel puede haber un mundo, una visión diferente que se orienta hacia todos los puntos cardinales del espacio.
Cuando pienso en la aglomeración humana que satura el planeta, vislumbro la escalera de caracol y la ilusión de infinito que produce, el transporte hacia la lejana altura, un lugar más hospitalario. Si proyecto a la escalera hacia abajo, con su geometría de tornillo, lograría horadar el suelo para llegar a un lecho apacible.
En mi hogar creativo, los peldaños pueden ser para el jardín colgante, velos que agite el aire, lugar de refugio para un nido extraviado. En escalarlos y descenderlos, vivo con más realidad, la coherencia en el tiempo, el movimiento espiral como una danza ritual inagotable; el sentido de la vida puede embriagarse en los giros lúcidos o enigmáticos, entre lo pasado y el futuro desconocido.
La escalera de caracol puede ser en los sueños la pesadilla con marchas forzadas, automóvil saltando los niveles, tormentas de viento, lluvia y granizo azotando a la que, espectral, es como la instalada afuera para los salvatajes. Pero también, el lugar de encuentro en la cita de amor, suspendida entre el cielo y la tierra.
¿Qué clase de sendero es mi vida? ¿Camino liso o abrupto? ¿Continuado y regular o cortado con precipicios?. El camino en caracol me encierra y envuelve, alarga el esfuerzo y oculta el destino. Es bueno, ¡por fin!, llegar al que es recto, directo, calle o avenida en las que resulta placentero dejarse llevar. Después del caracol introspectivo, de búsqueda interior, alcanzar la claridad en la planicie, el paisaje abierto, horizonte que los ojos pueden abrazar. Creo que llevo a cuestas el caracol y la llanura, integridad que me permite sospechar la naturaleza de mi existir...
.
.
SILVIO HOFFMAN. Nacido en Buenos Aires. Egresado de escuelas públicas y de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Trabajó para la salud infanto-juvenil y la educación familiar, desde su especialidad y ejercicio pediátrico, y a partir de su especialización en psicología y psicopatología en el servicio de la Dra. Telma Reca, Servicio del Hospital Escuela San Martín, de Buenos Aires.
Con enfoque biológico, psicológico, social, reflexiona y participa en medios de difusión (cursos y conferencias, periodismo, radio, televisión).
Director Médico en Comunidades Terapéuticas, para rehabilitación de droga-dependientes desde la década del 90.
Publicó “¿Qué droga la droga?” (2000), “La casa mágica” (2006).
Artista plástico, realiza y expone pintura escultórica, entre otros en “Estímulo de Bellas Artes” (2002)
Desde la década del 70 realiza en forma ininterrumpida, talleres creativos de escritura, plástica, música, expresión corporal y teatral, en equipos interdiscipinarios, para desarrollos de la personalidad, resolución de problemas psicopatológicos, enfermedades de adicción a drogas psicoactivas, bajo el concepto: Artes + Ciencia = Salud.
Fundación Hoffman. Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta.
.
.

No hay comentarios: